Esta pieza propone un excelente montaje al servicio de una talentosa compañía formada -en su mayoría- por artistas del colectivo LGTBIQ. Basada en Don Gil de las Calzas Verdes, de Tirso de Molina, es una divertida comedia enmarcada en una simple pero brillante iluminación de David Seldes, con destacable vestuario de época creado por María Emilia Tambutti. Por momentos, nos permite vislumbrar un cuadro dentro de un cuadro, a través del colonial escenario, como típico juego de engaños del período. Cuatro Giles rondan a una demandante dama en complicado entuerto, que divierte mucho gracias a la pluma de Gonzalo Demaría. Su texto suma picardía y actualizados parlamentos en verso al clásico y audaz libro original. Todo el elenco está muy bien bajo las órdenes del excepcional Pablo Maritano. Con gran versatilidad dicen de maravilla los versos y hacen guiños cómplices a la platea. El hecho de no ser actores populares, aunque sí reyes del teatro off, permite adentrarse mejor en la historia y concentrarse en el enredo. Aunque bien sincronizados, deberían agregar dinámica en las entradas y salidas del escenario. Payuca Del Pueblo resulta acertada e impecable en el papel principal, y también cuando muta en varios personajes antagonistas, ya que puede ser Doña Juana, o convertirse en Don Gil o Doña Elvira. Lo mismo sucede con Fabián Minelli a quien disfrutamos como Osorio introduciéndonos en el relato, o despertando algarabía como La Santa Liberada. Como hace 400 años, el público ríe a carcajadas en la añeja sala del barrio de La Boca. En Siglo de Oro Trans ayuda mucho la presencia del heterogéneo elenco. Se aplaude mucho y a todos, en línea, sin primeras figuras, subrayando la importancia del conjunto. Cristian A. Domínguez |
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